Quizas por nuestra explícita afición a la cacería de vinos de frutas venezolanos, unos amigos nos hicieron llegar un par de botellas que, de entrada, no causan mayor impacto, a no ser por el hecho de deslindarse del estereotipado "vino de mora de Los Andes". ¡Que grata sorpresa! Alguien está fabricando vino de parchita (marauyá) y de tamarindo. Pero la sorpresa fue aún mayor cuando escudriñamos detenidamente las repectivas etiquetas. Una de ellas indicaba, por ejemplo: "Vino de Parchita" acompañada del emblema del MINEC (Ministerio para la Economía Comunal) y las leyendas C.F.S.A. Tunapuy (Centro de Formación Socialista Agrícola Tunapuy)e INCES Sucre (Instituto Nacional de Cooperación Educativa Socialista, antes INCE). También indica la etiqueta que el vino es elaborado artesanalmente en el curso de procesamiento de productos agrícolas que dicta ese instituto en el estado Sucre y acompaña un número telefónico: 0294 331 5441.
Obviamente, tal respaldo de "oficialidad" nos hizo prever un vino de frutas de calidad excepcional. Sin embargo, de él podemos decir sólo que reconocemos el esfuerzo y el entusiasmo que pusieron sus fabricantes en elaborar un producto novedoso. Lamentablemente, un perturbador sabor a levaduras y una desagradable presencia de borras (sedimentos)ensombrecen las medrosas cualidades que este caldo puede ofrecer. Es evidente la falta de recursosos tecnológicos en su manufactura y la ausencia de bases teóricas para el dominio del proceso. ¿Dulzor? Empalagoso, sin embargo la acidez y la frutosidad están bien logradas.
Ahí está la intención, el esfuerzo y el empeño en favor de los vinos de frutas pero es largo el camino para obtener un producto comercialmente aceptable.
Ah... y en el pie de la etiqueta se puede leer: "Patria, Socialismo o Muerte... ¡Venceremos!
Obviamente, tal respaldo de "oficialidad" nos hizo prever un vino de frutas de calidad excepcional. Sin embargo, de él podemos decir sólo que reconocemos el esfuerzo y el entusiasmo que pusieron sus fabricantes en elaborar un producto novedoso. Lamentablemente, un perturbador sabor a levaduras y una desagradable presencia de borras (sedimentos)ensombrecen las medrosas cualidades que este caldo puede ofrecer. Es evidente la falta de recursosos tecnológicos en su manufactura y la ausencia de bases teóricas para el dominio del proceso. ¿Dulzor? Empalagoso, sin embargo la acidez y la frutosidad están bien logradas.
Ahí está la intención, el esfuerzo y el empeño en favor de los vinos de frutas pero es largo el camino para obtener un producto comercialmente aceptable.
Ah... y en el pie de la etiqueta se puede leer: "Patria, Socialismo o Muerte... ¡Venceremos!